Nicaragua en el camino hacia su independencia.
En estas fechas se celebra el 203 aniversario de la Independencia de Centroamérica y el 167 aniversario de la batalla de San Jacinto, fechas en las que se conmemoran las luchas heroicas del pueblo nicaragüense por su libertad y soberanía de cualquier país que quiera ejercer control sobre sus decisiones y derechos.
El
15 de septiembre de 1821 en Guatemala las autoridades políticas y eclesiásticas
e independentistas criollas firmaron el acta de independencia de la capitanía
de Guatemala, que además incluían los territorios de Honduras, El Salvador,
Nicaragua y Costa Rica. En la que participó el nicaragüense Miguel Larreynaga
como oidor de la audiencia. En este
suceso histórico también se reconoce como prócer al presbítero indígena Tomás
Ruiz por su aporte a la lucha independentista de Nicaragua.
Este
hecho histórico puso fin a 300 años de dominio político, social y económico por
parte de España que habían iniciado desde que Colón llegó a América en 1492.
Aunque pasarían muchos años más para llegar a ser lo que hoy se conoce como Estado
de Nicaragua que se declaró hasta el 30 de abril de 1838 tras su separación de
la Federación Centroamericana.
Desde
1838 se dan procesos de conflictos políticos y sociales por el poder en la
nación hasta la llegada del
estadounidense William Walker que se hace con la presidencia del país en 1856
para instaurar un estado esclavista y con planes de extender el dominio gringo
a todas las naciones centroamericanas, con este hecho los legitimistas y
democráticos los partidos políticos de la época unen fuerzas en la guerra
nacional antifilibustera que buscaba liberar a Nicaragua de la invasión estadounidense.
Esta
guerra tiene como uno de sus escenarios la Hacienda de San Jacinto el 14 de
septiembre de 1856 donde tropas de soldados e indios flecheros de Matagalpa
dirigidos por el coronel José Dolores Estrada logran la primera victoria sobre
los filibusteros demostrando que estos no eran invencibles y que el arrojo y valentía
de los nicaragüenses superaba las limitaciones materiales de la contienda que
finalmente ganarían en mayo de 1857.
Estados
Unidos intentaría muchas veces más ejercer dominio sobre Nicaragua, entre una
de ellas la ocupación de 1912 hasta 1933, periodo que explotaron los recursos
naturales con la producción de banano y planificaban la construcción de un
canal interoceánico. La retirada de los invasores se logró gracias a la lucha
de Augusto C. Sandino que desde las montañas del norte del país comandaba un
pequeño grupo de hombres que se enfrentaban a las tropas norteamericanas y a la
Guardia Nacional nicaragüense.
En 1933 Sandino negocia la salida de los
marines estadounidenses para deponer las armas y se vuelva a la vida civil. Tras
la salida de los invasores, Sandino es visto como una amenaza política y es
asesinado a traición el 21 de febrero de 1934 por órdenes de Anastasio Somoza
García entonces jefe de la Guardia Nacional y quien se convertiría luego en
presidente de Nicaragua en 1937 y sería ajusticiado por Rigoberto López Pérez
en 1956. Lo sucederían en el poder sus hijos Luis Somoza Debayle (1956-1963) y
Anastasio Somoza Debayle (1967-1979) hasta el triunfo de la revolución
sandinista.
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Tras
tantos periodos de guerras y conflictos Nicaragua sigue luchando por defender
su independencia y soberanía del imperialismo estadounidense que busca
instaurar sus modelos capitalistas e influenciar la toma de decisiones en el
país según sus intereses, menoscabando los principios de independencia de los
pueblos y el de no injerencia.
El
reto como nicaragüenses es independizarnos del pensamiento de preferir lo
extranjero sobre lo nuestro, se sobrepone lo de afuera por lo nuestro en muchos
ámbitos de la vida cotidiana como en los productos de consumo, música,
deportes, cultura, comida, geografía, entre otros. Se da mayor valor a lo extranjero
y se menosprecia lo propio (maldición de la malinche). Se debe trabajar en estar orgullosos de lo
que somos: la gente, cultura, tradiciones, aprender a apoyarnos entre nosotros,
viéndonos como hermanos, practicando valores patrióticos como la tolerancia, la
honradez, el respeto y la solidaridad, solo así lograremos la construcción de
una mejor Nicaragua libre, bendita y soberana.
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